El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, celebra este jueves su cumpleaños número 50 con una gran fiesta en Chicago, muchas más canas y muy por debajo en las encuestas que cuando llegó a la Casa Blanca hace tres años, rozando un escuálido 40 por ciento de aprobación.
Con dos guerras abiertas y la peor crisis económica de los últimos 80 años, una de sus primeras acciones para demostrar que era un hombre de palabra fue decretar el
cierre de la prisión de Guantánamo, algo que aún no ha podido cumplir.
Otra de sus grandes apuestas, la reforma sanitaria -que amplía la cobertura médica a 32 millones de personas-, acabó siendo más modesta que su propuesta inicial y no ha terminado de calar entre los votantes.
La crisis económica también ha contribuido a erosionar el apoyo a Obama y a un índice de desempleo del 9,2 por ciento se le ha unido en las últimas semanas la dura batalla política para incrementar el techo de la ya elevada deuda del país, de 14,29 billones de dólares, para evitar que EE.UU. suspendiera pagos.
Entre las promesas pendientes está la reforma migratoria integral en la que los cerca de 9,7 millones de votantes hispanos pusieron sus esperanzas y le recordarán grupos pro inmigrantes que se manifestarán cerca del lugar donde se celebrará la fiesta de cumpleaños.
En tanto, sus principales logros son la operación que acabó con la vida del líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden, la reforma del sistema financiero, la firma de un acuerdo de desarme nuclear con Rusia o el fin de la ley discriminatoria contra los homosexuales en las Fuerzas Armadas.
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