¿Quién hubiera apostado hace tres años por el éxito de una serie de guerras nobiliarias, sangrientos asesinatos y dragones, regada con un buen número de escenas de sexo?Probablemente nadie, aún así "Game of Thrones" vuelve a pantalla este domingo (22 horas de Chile por HBO) con esa fórmula magistral y rodeada de expectación.
La cuarta temporada de la serie se estrena en Estados Unidos y Latinoamércica de manera simultánea. "Hay sed de venganza", constata David Benioff, escritor, director y productor ejecutivo de la serie en uno de los vídeos promocionales sobre la cuarta temporada, en la que también promete "algunas de las escenas más impactantes y alucinantes" hacia el final.
Una circunstancia sorprendente teniendo en cuenta que a diferencia de "Breaking Bad" o "Mad Men", cualquiera puede averiguar qué pasará en los próximos capítulos leyendo el tercer libro de la saga literaria "Canción de hielo y fuego", de George R. R. Martin, en que está basada la serie.
¿Cómo ha podido una producción ambientada en un mundo con dragones, inviernos que están por llegar e intrigas nobiliarias, enganchar a una legión de seguidores y seguidoras?
Primero, por su extraordinaria factura, cada capítulo tiene el presupuesto de una película; y segundo, porque la serie tiene un argumento más complejo de lo que a primera vista puede parecer.
Si las pinceladas de fantasía son el "Mcguffin" que hace avanzar al resto de la trama, el argumento es un preciso retrato de los entresijos de juego de poder: el objetivo es dominar los Siete Reinos y alcanzar el Trono de Hierro, pero bien podría tratarse de una carrera a la presidencia.
Toda esta tensión se ve acrecentada por el completo desapego del autor de la saga literaria por sus personajes protagonistas, a los que va matando uno a uno sin el menor respeto por las leyes de la narración de masas, lo cual tiene como resultado una trama de infarto.
COOPERATIVA.CL
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