Este fruto de aspecto más rosado que el normal, con mucha jugosidad, aroma y sabor, era el que las familias de campo consumían antiguamente y que, con el tiempo, se fue perdiendo debido a la irrupción del tomate industrial.
Gracias a un proyecto de la cooperativa agrícola Coopeumo, se está rescatando y poniendo en valor el cultivo de un antiguo tomate de la Región de O’Higgins, tomate con características organolépticas únicas, de aspecto visual y colores diferenciadores a la oferta convencional, que rescata y destaca en el producto aspectos tradicionales, territoriales y familiares de la historia de Peumo y comunas vecinas.
“Yo llevo tres años cultivándolo y me costó rescatar esta semilla. Es una variedad muy antigua que conserva sus características naturales, no es transgénico como lo son casi todas las plantas de hoy, tiene un olor exquisito, con mucho jugo y un verdadero sabor a tomate. Con este proyecto podré dar a conocer la calidad que tiene y venderlo a un muy buen precio”, cuenta José Flores, agricultor de la zona, uno de los pocos que hoy produce este fruto.
La iniciativa que fue financiada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), apunta a que los pequeños agricultores que aún cultivan esta variedad puedan ofrecer sus tomates rosados a un mercado gourmet, con un público que hoy demanda alimentos exclusivos y novedosos, con garantías de inocuidad, que asimilen el consumo de un producto no sólo a su apariencia y sabor, sino también por un relato y una historia detrás de él.
“Es sabido que el tomate rosado de Peumo es muy apetecido por la gente mayor y algunos conocedores de sus atributos, puesto que era un tomate que se consumía habitualmente hace algunas décadas. Es un tomate que con el tiempo dejó de cultivarse, ya que la tendencia ha sido que las compras se inclinen hacia un tomate que presente una adecuada presentación (calidad y color), aunque el consumidor deja de manifiesto el deseo de contar con un producto que se asemeje al sabor que tenían los tomates que se cultivaban antes de la revolución de las variedades larga vida, que permiten frenar la maduración rápida de la hortaliza”, señala Rodolfo Cortés, Director de Nuevos Proyectos de ChileSustenta, agencia de innovación que está apoyando el desarrollo del proyecto.
Este tomate que hoy se está rescatando (algo similar a lo ocurrido con la variedad de vinos Carmenere), y que cuenta con estos importantes atributos de sabor, jugosidad y aroma, será vendido a distintos servicios turísticos cercanos a esta zona, como hoteles, viñas y restaurantes que componen la ruta del vino. Este es un exclusivo mercado gourmet en donde la mayoría de los restaurantes crea su carta de platos con productos locales y orgánicos y lo que es más importante aún, podrán comprarle directamente al productor, sin intermediarios.
“Tomate con sabor a infancia”
Don José Flores también vende sus tomates en la feria y cuenta que es muy apetecido. “Apenas me instalo en la feria con mis tomates rosados llega mucha gente a comprarlos, sobre todo los más mayorcitos que aún recuerdan el sabor que tenían en ese entonces. Los vendo a doscientos pesos más caros que los otros tomates, pero ahora tendré la posibilidad de venderlos a hoteles a un precio mayor”, indica.
Uno de los restaurantes que ya ha utilizado este codiciado tomate rosado en sus preparaciones, es el de la Viña Vik, uno de los proyectos más lujosos del país en hotelería premium, que contempla un hotel de siete estrellas y una viña enclavada hace un año y medio en el Valle de Millahue, cercano a la comuna de San Vicente. Su gastronomía cuenta con una cocina enfocada a ofrecer platos típicos chilenos con los productos frescos de la zona y elaborados especialmente para degustar con sus vinos.
“Según lo que encontremos más fresco en el campo es lo que nosotros vamos a cocinar ese día, nuestra consigna es sacar de la tierra y que en poco tiempo esté en el plato. El tomate rosado cuenta con las características que buscamos, es un producto local, estacional, limpio, libre de agroquímicos y principalmente por su sabor y aroma intenso es que nos gusta tanto. Se nota demasiado la diferencia con el tomate de supermercado y eso les gusta mucho a nuestros huéspedes”, señala el Chef del hotel Vik, Rodrigo Acuña.
Se espera que este innovador proyecto desarrollado por Coopeumo, reconocida cooperativa agrícola y con más de 350 socios, motive al resto de los agricultores a cultivar esta variedad. “Nosotros como cooperativa contamos con la organización y logística necesaria para la comercialización futura del tomate rosado, de hecho, estamos reorientando la cooperativa a entregar servicios con valor agregado y que nuestros agricultores ofrezcan productos que se diferencien del resto”, indicó Rolando Escobar, Presidente Coopeumo.
Así, con el conocimiento agronómico local que aún existe entre los agricultores de mayor edad para producir el tomate rosado, Coopeumo buscará traspasar ese conocimiento a otras generaciones y poder mantener viva la tradición gastronómica otorgándole identidad a los productos del territorio.
EL RANCAGUINO

0 comentarios:
Publicar un comentario