12:00 a. m.
Climax Medios
Hace algunos años en un periódico escribí un texto memorable que titulé “Rancagua es mucho más que una batalla” donde daba a conocer mi punto de vista sobre las guerras, las batallas y los desfiles, opiniones por todos conocidas y que, además he planteado en este propio medio. Todos saben que no soy el hincha número uno de ellos, y más bien los respeto porque son una parte importante, tal vez la más, de una forma de sentir y vivir la patria, esta que se llama Chile. Por eso desde que fui electo concejal asisto regularmente a los desfiles, en especial los del 1 y 2 de octubre, y he aprendido incluso a disfrutarlos.
Hago este preámbulo para resaltar que el domingo no estaba con el mejor án
imo, ni seguramente era el más entusiasmado con el desfile de ese día. Asistí temprano al que se hizo en Plaza de Los Héroes que fue breve y muy solemne. Más extensos fueron los preámbulos y los epílogos del mismo. A eso de las 12.30 partí a casa, comí, dormí un rato y luego de vuelta al centro para ingresar al estadio a presenciar nuestra Parada militar. Llegué a eso de las 15.00, ingresé a la tribuna, a medio ocupar donde resaltaban las autoridades políticas del actual gobierno, y curiosamente transformarme – junto con el presidente regional del PS, Ricardo Hernández -en las únicas figuras opositoras presentes en el evento. Un tirón de orejas para ellos, los actos representan al Estado y no al gobierno de turno, por lo tanto hay que ir puesto son consustanciales a nuestras labores públicas. Incluso cuando “nos toca bailar con la fea”.
Se anunció enseguida la presencia del ministro Allamand a quien divisé desde lejos mientras pasaba junto al intendente revista a los uniformados que en filas impecablemente bien estructuradas aguardaban el paso de la tarde. Enseguida subió a la tribuna y logré observarlo mejor con un impecable tostado adquirido seguramente al calor de las extensas horas vividas en la isla Juan Fernández. Para mi era significativo estar cerca de un hombre de derecha que se opuso tenazmente al autogolpe pensado por Pinochet y su círculo en octubre de 1988, con un sentido inmensamente republicano, tanto que la UDI le hizo la vida imposible en la década de los noventa.
Para quien escribe y salvo por el atractivo de Allamand, la jornada sería una más como las vividas innumerables veces desde que soy concejal con el anterior y el actual gobierno. Todo esto hasta que, ya casi en el 10 o 12 colegio desfilando, veo a dos estudiantes apartándose de la fila y que corren a la cancha donde rápida y desordenadamente extienden un lienzo en papel café y lo ponen frente a la tribuna presidencial: “No + lucro” se lee claramente.
La sorpresa se deja caer en los asientos de las autoridades y veo a un sereno pero perplejo Allamand que mira al Intendente con ceño fruncido como pidiendo una explicación. El Intendente Rey, al estilo de la cultura funcionaria chilena pone cara de ”yo no fui” y hace un llamado por su móvil. Luego se le acerca el Seremi de Educación (quien por supuesto no estaba a cargo del evento, era el propio Rey), y la máxima autoridad le hace unos comentarios al oído y se percibe al Seremi incómodo pero valiente, que asume una responsabilidad que era del intendente.
Más tarde las serenas palabras de Larraín ratificarían esta impresión. En tanto, apenas han transcurrido segundos cuando desde tribuna hay un intento por contrarrestar la protesta estudiantil con pifias. Me levanto de mi asiento y solitariamente junto a Ricardo Hernández aplaudimos el ardid de los dos muchachos que, intuitivamente se alejan de la tribuna y comienzan a correr hacia la galería Rengo donde reciben el primer masivo respaldo que opaca y anula la contra protesta de los adherentes del gobierno.
Luego recorrerán la tribuna Andes y la Angostura recibiendo un apabullante apoyo que los envalentona hasta regresar a la tribuna presidencial donde sabiendo que están haciendo historia se unirán en un estrecho y fuerte abrazo. El momento épico ha sido captado por uno de los escasos reporteros – Diario El Tipógrafo – que logran resistir el físico estudiantil, quien logra captar una foto imagen digna del suceso: dos chicos dueños de la cancha con un día y un marco precioso de público que se pasean exhibiendo su demanda.
Luego saldrán por el acceso norte de calle Freire en tanto en la tribuna de las autoridades se ha dejado caer la noche: miradas enrojecidas, un ministro y un intendente que se miran sabiendo de antemano que ese hecho opacará el acto mismo y lo evidenciarán luego en sus declaraciones: son los únicos entre los más de doce mil asistentes al estadio que no vieron la protesta estudiantil.
En fin, luego el desfile fue un mero trámite que había que esperar culminara, pues el titular ya se lo habían ganado estos jóvenes. Antes de salir comienzo a recibir información que carabineros, con un actuar impecable, está haciendo control de detención a la salida de Freire. Me acerco entonces al jefe de Relaciones Públicas de la Intendencia quien en una actitud reposada me escucha y le señaló que si empiezan las detenciones esto va empeorar.
Afortunadamente luego nos enteramos que salvo ese incidente no pasa nada más y ya por twitter y facebook comienzan a aparecer los primeros comentarios sobre los protagonistas de la proeza. Allí me enteré que son Víctor Brisso y Ritchie Black More, dirigentes estudiantiles de Rancagua. Comienza a caer la noche sobre la ciudad, publico un escrito en mi Facebook sobre este hecho e inmediatamente se llena de comentarios.
Hemos sido protagonistas de un acto que no se repite todos los días. Los jóvenes nos han demostrado una vez más su potencia creativa para protestar sin caer en el insulto ni en la pedantería. Tal vez en tres años más, en el Bicentenario de la gesta, cuando se haga un recuento de las celebraciones del 1 y 2 de octubre, sin duda que el 197º aniversario de la Batalla de Rancagua pasará a la historia como el desfile del “No + lucro”.
El Rancahuaso
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