En una agitada audiencia de formalización no se acreditó la participación de los dos hombres y se decretó prisión preventiva para las dos mujeres, durante los 100 días que dure la investigación.
Felipe Alvear Silva
Ante una masiva presencia de prensa nacional -pocas veces vista en nuestra Región de O'Higgins-, y con la utilización de una sala anexa para transmitir la sesión en línea, durante la mañana de ayer se realizó la audiencia de formalización contra los cuatro implicados en el caso de la muerte de Dayana, la niña de 7 años que fue asesinada el pasado sábado en medio de un ritual de sanación.
La audiencia ampliada desde el pasado domingo comenzó con una discusión jurídica entre el abogado defensor Francisco Moreno y la parte querellante del Servicio Nacional del Menor sobre el rol de la institución en el caso; ésta fue zanjada por el juez Luis Barría, quien dejó fuera al Sename de la investigación por no tener parte.
Tras ello, la fiscal Nayalet Mansilla comenzó la imputación contra los cuatro implicados, a los que acusó de los delitos de parricidio -Silvia Alicia Andrade Cabezas y a Víctor Daniel Escobar Conejero, padres de la menor- y de homicidio -a Daniela Escobar Andrade y a Javier Ignacio Rivas Muñoz, hermana y cuñado respectivamente-, todos ellos en calidad de autores; debido a esto solicitó la medida cautelar de prisión preventiva.
Durante la alocución de la representante del Ministerio Público, Mansilla detalló los hechos acaecidos, entregando como pruebas las diligencias realizadas por el Servicio Médico Legal, la Brigada de Homicidios de la PDI, el informe de Carabineros, y testigos. Según éstos, Silvia y su hija Daniela, llevaron a Dayana a la ducha de la casa, y en el lugar obligaron a la menor a tomar litros y litros de agua que salían desde la ducha teléfono, hecho que le costó la vida a la niña de 7 años. El informe entregado por el SML señala que la muerte se debió a una asfixia por aspiración de agua, y que además habían signos de quemaduras por calor en parte de su cuerpo.
“TODO ESTO ES CULPA DEL PASTOR”
Una vez terminada la imputación de la fiscal Mansilla, los abogados defensores Francisco Moreno y Yohana Guiñez solicitaron permitir la testificación de los dos imputados hombres; el primero en hablar fue Javier, esposo de Daniela, la hija mayor. El imputado contó al juez los detalles de aquella fatídica jornada. Según su relato salió a trabajar con su suegro en la mañana, y preocupados por la situación de Daniela y Silvia estuvieron intentando comunicarse con ellas. Como no pudieron, pasada las 13 horas llegaron a la casa tras solicitarle a su jefe que los trasladara; una vez en el inmueble de El Cajón vieron a Dayana sin vida, con claros signos de haber sido ahogada. Según su testimonio, tras intentar recuperar a la moribunda con reanimación y respiración boca a boca, y mientras su suegro iba a denunciar el hecho ante Carabineros, Silvia habría señalado que “había mandado a la niña al infierno”.
El relato del padre de la menor fue conmovedor. Su alocución coincidió con lo señalado por su yerno, y agregó que al ver “la sorpresa” tomó a Dayana entre sus brazos, la llevó a la cama, la tapó y la intentó secar con secador de pelos -de ahí las quemaduras-, pero fue agredido por su esposa Silvia; tras ello se fue rápidamente a la carretera, lugar donde hizo parar un automóvil para que lo llevaran a Carabineros. En medio de llantos, Víctor señaló que “perdí a mi hija que era lo más lindo que tenía. Todos esto que nos pasó es culpa del pastor. Él nos echó a esto; estuve siete días sin dormí, recién pude dormir cuando estuve en la cárcel”, indicó el padre acusado de parricidio.
Tras la testificación de ambos imputados fue el turno de los abogados defensores, que se opusieron a la medida cautelar solicitada por la fiscal Mansilla. Pero el juez Barría desestimó el alegato y decretó la prisión preventiva para las dos mujeres, Silvia Andrade Cabezas y para su hija Daniela Escobar Andrade, durante 100 días; Víctor Escobar y su yerno Javier Rivas, en tanto, quedaron sin cautelares, situación que será revisada durante la jornada de hoy, ya que la Fiscalía solicitó revisar la resolución ante la Corte de Apelaciones en una agenda corta.
CULTO Y SANACIÓN
Entre el relato realizado en el estrado de la Sala 1 del Tribunal de Garantía Rancagua, Víctor Escobar entregó una serie de hechos que ayudan a comprender este escalofriante caso que remece a la comuna de Machalí, a la Región de O'Higgins, y en general al país. De acuerdo a lo señalado por el padre de la víctima y por los testigos entrevistados por la BH de la PDI Rancagua, desde hace aproximadamente un año Silvia Andrade se convirtió del catolicismo a una de las tantas ramas del evangelismo.
Con esta conversión la familia se vio paulatinamente afectada, incluso el esposo de su hija Daniela, quien, al igual que Víctor, tuvo que afrontar costumbres del culto evangélico. Comenzaron a asistir a sesiones en un templo del sector nororiente de Rancagua (Unidos a Cristo), bajo la tutela del pastor Raúl Palominos. Incluso el pasado sábado 27 de septiembre habían realizado una reunión de alabanzas que los mantuvo sin dormir durante toda la noche.
“En la vigilia me picaba el cuerpo, después no podía dormir, era desesperante, era como una tortura. En la semana nadie durmió”, señaló durante su atestiguación Vítor Escobar, quien agregó que tras pasar toda la semana sin dormir, el viernes 3 fueron al templo para que el pastor viera la situación de Dayana, ocasión en que les habría dado algo de beber, lo que los dejó peor; tras ello pensó en denunciar al pastor, pero éste le dijo que no. “Le echaba agua para sacarle los demonios de la cabezas, yo encontraba que era raro lo que pasaba, que no era de Dios. Creo que lo mejor era llevarla a un centro médico”, confesó el imputado.
Según lo indicado por testigos, Silvia había cambiado su comportamiento hace algunas semanas, despreocupándose de la limpieza de su hija Dayana, teniendo fuertes discusiones e incluso golpeando a su marido e hijas en público. Además, y producto de su fuerte apego al culto seguido, ofrecía su casa para realizar los supuestos rituales de sanación, uno de ellos, el último, el que llevó a la muerte a su hija de sólo siete años de edad.
EL RANCAGUINO
1:16 a. m.
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